La ausencia durante el presente año de la Exposición del Libro Católico
pesa en aquellos que de alguna manera sea con su presencia,
participando en su preparación y en la presentación de la misma,
imaginara lo que llegó a conseguir su fundador y presidente D. Manuel
Outeda Blanco. Inicia su actividad en 1975 con la creación de la
librería parroquial Nuestra Señora de la Merced, fundando al siguiente
año la librería Pio XII en el Obispado de San Martín. Han pasado más de
cuarenta años en los cuales Manuel ha conseguido incorporar su
"creación" no sólo a la capital sino a la ciudad de Rosario, a Comodoro
Rivadavia y principalmente a la ciudad de La Plata donde con la
presencia de su arzobispo Mons. Héctor Aguer, se convirtió en un acto
multitudinario.
El Dr. Hugo Obiglio, recibe la Estatuilla "Padre Leonardo Castellani" 2016 |
No es mi intención hacer un relato histórico puesto que el mismo figura
en la Revista "El buen libro" en su última edición. El paso del tiempo
permitió incorporar certámenes tales como el Galardón "Cruz del Sur", la
Faja de Honor "Padre Leonardo Castellani", la Estatuilla "Padre
Leonardo Castellani" que he recibido el pasado año, y el Certamen
Literario Católico Nacional "Cardenal Antonio Quarracino".
La misión de Outeda Blanco entiendo que ha sido reforzar el apostolado
del pueblo de Dios centrando su atención en la juventud.
Que la Exposición del Libro Católico cuyo objetivo marcha en paralelo
con el origen etimológico de su palabra, no viva con esta suspensión su
"punto final". Que esta suspensión sea solamente un "punto y aparte"
hecho que gramaticalmente indica el fin de una oración o párrafo pero
continuando la acción en una nueva línea. Una exposición como la del
Libro Católico educa al pueblo de Dios. Para ello se requiere además de
la oración el análisis de los problemas que el avance de la ciencia y la
tecnología, en un medio en el que predomina el relativismo y el
hedonismo como fin último del que hacer del hombre, se traduce en el "yo
hago lo que quiero".
El "educere" tiene un doble punto de apoyo, el amor y el respeto. Esta
afirmación no es producto de la casualidad, sino que su proximidad al
hablar del doble punto marca el contacto y subsecuente comentario de la
interacción entre ambos valores: respeto y amor. El respeto pedagógico,
tanto en su dimensión anímica como en su manifestación exterior, es
decir en el modo del trato, hace a la universalidad con que este deberá
ser vivido. No solo en las aulas sino ante todo ser humano y en todas
las circunstancias de la vida. Para que este respeto se haga realidad,
el binomio educador-educando deberá cultivarlo, hacerlo original, a la
par que adecuarlo con cautela en la búsqueda del objetivo deseado. Esto
que podríamos llamar verdad de Perogrullo o apodíctica, está muy lejos
de ser una realidad, por lo menos no ha ocurrido en este último decenio.
En lo que hace al segundo punto de apoyo y acompañante del respeto –me
refiero al amor como servicio del educador– recordemos que este es un
proceso continuo como lo afirma el dicho: "Educadores son amantes que
nunca dejan de amar. (...) El amor deberá ser lúcido, deberá ser
respetuoso en el sentido de una actitud de servicio. No es posible
imaginar un proceso educativo que deje de lado la expresión amor. Así
como el amor de padre, éste abarca, como todo amor auténtico, tres
elementos: entrega respeto y confianza". El amor del educador, que asume
el del obrar de padre, es el que permite al docente presentar la
madurez humana y espiritual necesaria para alcanzar como fin último el
amor a la Verdad. (Conferencias de la jornada pedagógica realizada en
Schönstatt publicadas con el título Grundriss einerogik für den
Katholischen Erzier (Vallendar-Schönstat, 1971). Citado y comentado por
H. Sosa Carbó. Neuzeitlichen Pädag).
Sin un proyecto de vida enraizado en la familia es un imposible
capacitarse "para autoconducir y perfeccionar la vida conforme con las
exigencias profundas del propio ser y de las llamadas realistas que le
toca vivir" (Equipo Episcopal de Catequesis. Educación y proyecto de
vida. Oficina del libro, Buenos Aires. 1985).
Con la fuerte esperanza de que la "suspensión" se manifieste como un
"punto y aparte", que permita a Manuel imaginar nuevas formas de educar
al pueblo de Dios como lo ha hecho hasta el presente.
Viene a mi memoria esta estrofa de Unamuno que nos marca una esperanza.
Agranda la puerta, Padre,
porque no puedo pasar.
La hiciste para los niños,
yo he crecido, a mi pesar.
Si no me agrandas la puerta,
achícame, por piedad;
vuélveme a la edad aquella
en que vivir es soñar.
Manuel Outeda Blanco, agradezco al Señor y a su queridísima Madre el
haber podido acompañar en el pasado a la Exposición del Libro Católico
fruto de tu compromiso con la Verdad. Todo ello en esperanza de un mundo
mejor.
Con el afecto de siempre.
Dr. Hugo Obiglio
El Dr. Hugo Obiglio, luego de recibir la Estatuilla "Padre Leonardo Castellani" en la XXVIII Exposición del Libro Católico (Casa de la Empleada -Obra de Mons. Miguel de Andrea-, año 2016) |
El Dr. Hugo Obiglio, luego de recibir la Estatuilla "Padre Leonardo Castellani" en la XXVIII Exposición del Libro Católico (Casa de la Empleada -Obra de Mons. Miguel de Andrea-, año 2016) |
Estatuilla "Padre Leonardo Castellani" |
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